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16 febrero, 2010

SEGUR IBÉRICA, INVESTIGADA POR COBRAR SERVICIOS QUE PRESUNTAMENTE NO REALIZA

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EL MONTANTE TOTAL DE LA ESTAFA PODRÍA ALCANZAR LOS DOS MILLONES DE EUROS

Segur Ibérica, una de las tres grandes empresas de seguridad del país, está siendo investigada por cobrar horas de vigilancia que presuntamente no ha realizado. Según sus cuadrantes internos, se cobraron los servicios realizados por 'Vigilante ficticio 11' o 'Del Vigilante XXX". La empresa que registra de forma informática esas rondas habla de un fraude de más de 2 millones de euros.

En el museo Reina Sofía trabajan una treintena de vigilantes de esta empresa, pero, según la querella, a la hora de pasar la minuta al museo les cobraban por horas que no han trabajado o por vigilantes que no existen.

Otro procedimiento del que se acusa a Segur Ibérica es utilizar trabajadores auxiliares pertenecientes a otras empresas para hacer labores de vigilancia, lo que está prohibido por la Ley.

Además, la querella señala que se empleaban vigilantes para labores de escolta y no para su trabajo.

El centro Reina Sofía es solo uno de los estafados, pero hay más: ADIF, RENFE, AENA, FEVE... El importe de la estafa a diversos organismos dependientes del Ministerio de Fomento llega casi a los 450.000 euros.

Pero también hay otras administraciones públicas afectadas: los ministerios de Hacienda, Cultura o de Política Territorial.

Pero también a otros entes, provinciales, autonómicos o locales, como la Generalitat catalana, el ayuntamiento de Barcelona, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la Comisión Europea o la Universidad Complutense, a la que podrían haber estafado hasta 115.000 euros.

El montante global de la estafa en dos años podría ser de mas de dos millones de euros.




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12 febrero, 2010

JUICIO INMINENTE SOBRE EL CONFLICTO COLECTIVO REFERENTE AL CONVENIO COLECTIVO DE SEGURIDAD PRIVADA 2005-2008

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LA SALA DE LO SOCIAL DE LA AUDIENCIA NACIONAL HA CITADO A LAS PARTES EL PRÓXIMO 3 DE MARZO DE 2010

En virtud de la demanda de reclamación de Conflicto Colectivo presentada en su día por las asociaciones empresariales ACAES, AMPES y FES contra APROSER, CCOO,CIG, FES UGT,USO, ALTERNATIVA SINDICAL Y SIPVS, ha acordado citar a las partes el próximo día 3 de Marzo a las 10 de la mañana para la celebración del acto de conciliación y juicio pertinente.

La parte demandante pretende la nulidad de la totalidad del convenio 2005-2008 alegando a la unidad de Convenio y vinculación a la totalidad que regula la el artículo nº 7 del propio convenio.

Esta parte de la patronal basa su pretensión de Conflicto Colectivo en que al haberse declarado la nulidad de Articulo 42 1.a), en el que se se fijaba el valor de la hora extraordinaria ,(Sentencia TS 21-02-2007), debe declararse nula la totalidad del convenio por haberse roto el equilibrio económico del mismo.

Si la Audiencia Nacional diera la razón a la parte demandante, ello supondría la "RECONVENCIÓN" a las tablas salariales de 2004 y con lo cual, los trabajadores adeudarian a las empresas los incrementos salariales percibidos con la aplicación del convenio 2005-2008.

Esta "Coyuntura Judicial" está siendo alegada por las empresas para conseguir un nuevo archivo provisional de los procedimientos de reclamación de cantidad por el valor de las horas extras.

Hasta la publicación del fallo de esta cita judicial, solo queda esperar y confiar en la "Coherencia de los Jueces", para que sean capaces de ver que este es un nuevo episodio para demorar aun mas el pago de las miles de reclamaciones de cantidad por el mayor precio de la hora extra.


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06 febrero, 2010

EL PESIMISMO CONSCIENTE DE LA SEGURIDAD PRIVADA


REVELADOR RETRATO DEL SECTOR DE LA SEGURIDAD PRIVADA SEGUNAlineación al centro EULALIO SANCHEZ GOMEZ, VIGILANTE DE SEGURIDAD DE SEGUR IBERICA

Cada día resulta más evidente que el sector de seguridad privada es un sector muy importante. Todos tienen muy claro la evolución que ha experimentado en los últimos años, con un fuerte crecimiento en todas sus áreas.

En lo que concierne a la vigilancia habilitada, la demanda cada vez es más grande, a pesar de que hace unos años se comenzó a extender la idea de que los vigilantes de seguridad serían cada vez más prescindibles y poco a poco serían sustituidos por la tecnología, que avanzaba más rápido y era más eficaz.

Cada vez más se ha ido viendo, por lo menos en mi opinión, que esta idea de alternativa no era la correcta. Los vigilantes de seguridad son muy importantes y no pueden ser sustituidos. Son pieza fundamental dentro del sector de seguridad privada para prevenir los perjuicios que se pueden ocasionar por la infinidad de riesgos que hay en nuestra sociedad, no solamente producidos por actos antisociales, también por incendios, inundaciones, etc.

Me resulta lamentable ver el trato tan malo que se les da a los vigilantes de seguridad en los medios de comunicación, con casos como los típicos periodistas que cubren acontecimientos deportivos y que se quejan de no poder entrevistar (según ellos por capricho de los vigilantes) a los deportistas que se retiran en el descanso de un partido. O en situaciones en que se producen catástrofes como el pasado incendio del edificio Windsor. Resultó muy frívolo escuchar como se daba por sentado que el trabajo de los bomberos o la opinión de cualquiera de ellos era irrefutable e impecable, mientras el trabajo de los vigilantes de seguridad quedaba sujeto a toda sospecha de irregularidades. Esto dicho con el enorme respeto que me merecen los bomberos y su trabajo.

También últimamente, algunos anuncios publicitarios han utilizado a los vigilantes de seguridad y no dando una buena imagen de ellos precisamente. Hace unos meses en los medios escritos de nuestro sector una conocida marca de CCTV, insertó un anuncio publicitario que mostraba la imagen del centro de control de seguridad de un recinto, bien equipado tecnológicamente, y con un vigilante de seguridad durmiendo a pata suelta. Se daba a entender que con los sistemas y más concretamente, con el CCTV, ya había tranquilidad y seguridad. Vamos, que el vigilante sobraba.

También este mes de Septiembre apareció un anuncio en televisión de una conocida marca automovilística que presentaba un vehículo de su gama. En dicho anuncio un individuo accede a un museo con la intención de robar unos cuadros, estos empiezan a moverse y el ladrón los persigue infatigablemente, hasta que en un determinado momento tropieza con una columna y salta la alarma (vaya casualidad, que sistemas tan eficaces). El vigilante de seguridad dormido, como no podía ser de otra manera, se despierta asustado de su dulce sueño, mira las pantallas del CCTV y sale corriendo, se supone que a buscar al ladrón porque a lo mejor hay que entender que sale huyendo también.

No puedo entender, porqué no se muestra al vigilante de seguridad realizando correctamente su trabajo de la misma forma que se utilizan para publicidad otras profesiones, sobre todo si se trata de famosos.

¿Alguien se imagina, por poner un ejemplo y con todo el cariño del mundo, que apareciese Fernando Alonso anunciando un neumático o cualquier otro elemento para automóviles, y se mostrasen imágenes suyas cometiendo errores (porque los comete como todo ser humano) tales como un choque con otro rival o un despiste en alguna curva? No ¿Verdad? Él aparece con todo su esplendor y brillantez en su trabajo, porque es lo normal y lo que a todos nos gusta.

Muchos deberían darse cuenta de que el trabajo de un vigilante de seguridad es tan respetable como el de nuestro gran campeón.

Un compañero con el que comentaba sobre estos anuncios me dijo que no debíamos ser tan mal pensados.
Podía ser que la idea fuera distinta de la que estábamos pensando y tuviese otro sentido, como reflejar con el sueño de los vigilantes las muchas horas extras que tenemos que realizar para ingresar un salario digno.

Pero yo dudo mucho que a los que se les ocurrió la idea de esos anuncios conozcan las condiciones de trabajo de los vigilantes de seguridad. Ni ellos, ni gran parte de la sociedad, pues desgraciadamente solo se conocen los errores y vicios que, como en todos los sectores profesionales, también existen en el de los vigilantes de seguridad.

Desde hace varios años, vengo percibiendo una situación que se está produciendo dentro del propio sector de seguridad privada. Porque debemos decir que no todos los problemas son por causas ajenas al sector como las que hemos expuesto anteriormente.
Creo que es el propio sector, las empresas de seguridad más concretamente, en todos sus estratos: directivos, mandos intermedios y personal operativo, los que estamos cometiendo un error. Y un error que si no se empieza a enmendar puede resultar grave. Hemos caído en un pesimismo general.

Pero a pesar de todas estas circunstancias los vigilantes de seguridad siguen siendo importantes y la sociedad, cada vez más, demanda su contratación. Entonces, ¿por qué esta falta de personal y esta mala imagen de la vigilancia? ¿Por qué no se regula de una vez la especialización de los vigilantes de seguridad, así como la situación de los auxiliares de servicios para evitar tantos problemas como el intrusismo, mala imagen, etc.?
Yo hablo con directivos, con mandos intermedios, con vigilantes, etc., y siempre hablamos de lo mismo; que no hay personal, falta de preparación y formación, que no se invierte, falta de compromiso y profesionalidad, grandes rotaciones… Y pasa el tiempo y esas ideas se mantienen.

Los que conocen la vigilancia saben que es así desde hace mucho tiempo, y a pesar de que la contratación, la demanda y las enormes posibilidades de esta profesión, están siempre ahí. Tengo la sensación de que se trata de un pesimismo voluntario, de conveniencia, un pesimismo consciente.

No puedo entenderlo, y no puedo porque es algo que perdura en el tiempo, no es algo que haya surgido ahora. Y parece que va a durar. De nada están sirviendo los congresos y actos que se celebran continuamente por las asociaciones del sector, y que se quedan en una teoría muy diferente de la práctica. Estamos en una realidad diferente a la que se predica.
Debemos cambiar y hacerlo ya. Y digo debemos, porque nos concierne a todos: empresarios, directivos, mandos intermedios y vigilantes. Debemos implicarnos de una vez por todas en nuestra actividad y no acomodarnos a este victimismo voluntario.

¿Cómo? En primer lugar hay que acercar distancias entre empresarios y directivos, que van por un lado, y mandos intermedios y vigilantes, que van por el contrario.

Los primeros tienen muy clara su idea de negocio y los segundos no la entienden o se sienten ajenos a ella. Los directivos tienen que conseguir que toda la operativa se sienta partícipe del negocio, esto solo es posible preocupándose porque las condiciones de los vigilantes de seguridad sean cada vez mejores y aquí no me refiero exclusivamente a condiciones económicas, que dicho sea de paso, también son importantes. No se puede seguir restando importancia a la vigilancia y aportando soluciones tan simples como la habilitación de personal extranjero.

Yo no estoy en contra de los extranjeros, pero sí de la idea que se ofrece de su utilización. En España hay habilitados unos 100.000 vigilantes de seguridad, muchos miles más que en cualquier país de Europa y nuestras necesidades no son muy diferentes a las de los europeos.

Parece que nosotros tenemos más necesidades que nadie para contratar vigilantes de seguridad. Ya lo dije en otra ocasión, para mí existe más un problema de calidad que de cantidad. ¿No será que no estamos administrando bien los recursos existentes? Hay que comenzar a reajustar las actuales plantillas que tenemos, con una formación adecuada y convenciéndoles de lo importante que es esta actividad de seguridad privada como auxilio y complemento de la seguridad pública.

La vigilancia privada no puede seguir siendo una situación de paso y previa para acceder a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. No puede seguir siendo para un gran número de vigilantes, una segunda actividad que les reporta un ingreso económico extra a otro empleo que tienen ajeno al sector.

Debe ser una actividad que precise de una implicación y vocación profesional y personal, al cien por cien. Una actividad regulada con sus múltiples especialidades y con posibilidades de desarrollo profesional. De esta forma atraerá a más personas hacia ella.

Es evidente que el aspecto mercantil y económico de la seguridad privada forma parte de su esencia. Pero este aspecto está muy mal interpretado por los clientes y por los propios vigilantes de seguridad y mandos intermedios.

Sería bueno que los clientes empiecen a pensar en la importancia de la seguridad privada en cuanto a su existencia como complemento y auxilio de la seguridad pública. Su peculiaridad e importancia no permiten la obsesión que muchos clientes tienen por buscar a toda costa los precios más bajos.
Yo recomendaría a esos clientes que se olviden de la seguridad privada porque lo único que van a conseguir es tener problemas, y no sólo en lo referente a la calidad, también otros más graves como el intrusismo y su consiguiente falta de efectividad con el peligro que conlleva.

Además la seguridad privada no consiste para ellos, simplemente, en dejarlo todo en manos de un proveedor, es necesario que inviertan en ellos mismos, en sus departamentos de seguridad. Muchos problemas de la vigilancia vienen porque en los departamentos de seguridad de las grandes multinacionales no hay personas que conozcan la vigilancia ni las condiciones en que esta se desenvuelve.

Los vigilantes de seguridad y los mandos intermedios solo perciben el negocio de una forma negativa. Piensan que son una mercancía maltratada. Hemos visto algunas causas ajenas a ellos que producen esta percepción. Pero hay otras, que también la producen, de las que son responsables ellos mismos.

Los mandos intermedios y los vigilantes no son conscientes, en su gran mayoría, que su actividad surge por un contrato de servicios. No entienden que hay un cliente que solicita un servicio de seguridad privada, de vigilancia, y ellos son los que lo van a prestar. Que ellos tienen que poner de su parte para que exista calidad. No. Ellos piensan que existen por imposición, como cualquier otra fuerza policial.

Piensan que un servicio de vigilancia es cosa del cliente, del que algunos mandos intermedios y vigilantes de seguridad hablan como si fuese un amo poderoso de los de antaño, y de los empresarios y directivos de seguridad. La cosa no va con ellos. Para muchos, la idea de aportar soluciones es un tema utópico, desconocido e incluso molesto. Como si estuviesen para rellenar huecos.
La gran mayoría de vigilantes y mandos intermedios no se implican, porque no quieren o porque nadie se preocupa de que lo hagan. Tienen que comprender de una vez y con orgullo profesional, que son una pieza fundamental de este negocio.

La vigilancia sigue creciendo, inmersa en unos problemas que todos conocen y que todos piensan que es casi imposible solucionar. Si seguimos así, sin despertar, esta actividad acabará diluyéndose por su pérdida progresiva de sentido y cada vez atraerá a menos personas incluidos los extranjeros que tanto se reclaman.

Es hora de comenzar a implicarse, tan sencillo como eso, cada parte en lo que le corresponde.

La seguridad privada y en concreto los vigilantes de seguridad, no solo necesitan seguir creciendo, también necesitan hacerlo de forma adecuada para que no surjan problemas en el futuro.

Es hora de tener optimismo e ilusión de que se puede mejorar mucho.

Es hora de terminar con este pesimismo voluntario y consciente que reina en el sector.
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04 febrero, 2010

VIGILANTE DE SEGURIDAD ASESINADO: "LA INSEGURIDAD DE LA SEGURIDAD"

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ARTICULO PUBLICADO EN " DIARIO DE SEVILLA.ES" POR D. CARLOS COLÓN PERALES, PERIODISTA, Y PROFESOR DE PERIODISTAS EN LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA



"SEGURATAS"........


EL 25 de noviembre el vigilante de seguridad de 32 años José Antonio Jiménez Ceferino, que cumplía su trabajo en la planta fotovoltaica de Marchena, cayó en coma tras recibir una brutal paliza durante un atraco atribuido por la Policía a una banda de delincuentes de Europa del Este.

Tras permanecer dos meses en coma en el Hospital Virgen del Rocío falleció y fue enterrado el pasado miércoles en el cementerio de Camas. El precio de su vida fueron unos cables de cobre. Poca cosa.

Pero es que todos nosotros somos poca cosa, más bien nada, para estos delincuentes que exhiben una brutal crueldad y tienen un desprecio por la vida humana infrecuente entre nosotros. Como recordaba ayer Fernando Pérez Ávila, sus agresores le provocaron fracturas de cúbito y de radio, fractura de la órbita ocular y traumatismo craneoencefálico. Su salvajismo llegó al extremo de clavarle un punzón en el ojo; su crueldad, al de dejarlo abandonado y esposado hasta que fue encontrado a la mañana siguiente.

La fotografía de Juan Carlos Muñoz que completaba nuestra información daba noticia de lo que únicamente el periodismo gráfico puede mostrar: el dolor de sus familiares.

Dos meses después los brutales asesinos campan a sus anchas. CCOO ha acusado a la Subdelegación del Gobierno de no facilitar armas de fuego a los vigilantes y el representante del Sindicato de Trabajadores de Seguridad ha llamado la atención sobre "la inseguridad de la seguridad" que afecta a este sector que, además de su desprotección y duras condiciones de trabajo, arrastra una injusta mala imagen pública.
Esta paradoja de la inseguridad de la seguridad resume acertadamente la situación de unos profesionales a los que la creciente inseguridad pública sitúa en las más conflictivas fronteras sociales sin dotarles de medios de defensa.

Y a los que la hipocresía de aquellos cuyos bienes o seguridad protegen desprecia como seguratas. ¿Por qué lo hacen, entonces? ¿Por qué asumen esta profesión de alto riesgo, escasa retribución y poco reconocimiento? Porque son, en su inmensa mayoría, personas honradas que han escogido el trabajo, por duro que sea y poco reconocimiento que tenga, en vez de vivir a costa de sus familiares o delinquir.

Sus excesos, cuando algunos los cometen, son ampliamente difundidos. Su arriesgado y duro trabajo diario, por el contrario, es poco agradecido.

Y sus muertes en acto de servicio pasan más o menos desapercibidas y son inmediatamente olvidadas, como si les fuera en el (escaso) sueldo ser golpeados hasta morir por cobardes y canallas que se aprovechan de que están desarmados.
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